Teorema de continuidad fisica
Teoría de la continuidad psicológica
La Teoría de la Continuidad sostiene que, al tomar decisiones adaptativas, los adultos de mediana y avanzada edad intentan preservar y mantener las estructuras internas y externas existentes; y prefieren lograr este objetivo utilizando estrategias ligadas a sus experiencias pasadas de sí mismos y de su mundo social. El cambio está vinculado al pasado percibido por la persona, lo que produce continuidad en las características psicológicas internas, así como en el comportamiento social y en las circunstancias sociales. La continuidad es, por tanto, una gran estrategia adaptativa que se ve favorecida tanto por la preferencia individual como por la aprobación social.
Continuidad física geología
¿En qué consiste necesariamente ser la persona que uno es, de un día para otro? Esta es la cuestión de la identidad personal, y es literalmente una cuestión de vida o muerte, ya que la respuesta correcta a la misma determina qué tipos de cambios puede sufrir una persona sin dejar de existir. La teoría de la identidad personal es la confrontación filosófica con las cuestiones más últimas de nuestra propia existencia: ¿quiénes somos y hay vida después de la muerte? Al distinguir los cambios en una persona que constituyen la supervivencia de los cambios en una persona que constituyen la muerte, se da un criterio de identidad personal a través del tiempo. Dicho criterio especifica, en la medida de lo posible, las condiciones necesarias y suficientes para la supervivencia de las personas.
Un criterio popular, asociado a Platón, Descartes y varias religiones del mundo, es que las personas son almas inmateriales o egos puros. Según este punto de vista, las personas sólo tienen cuerpo de forma contingente, no necesaria, por lo que pueden vivir después de la muerte corporal. Aunque este punto de vista, llamado simple, satisface ciertas predilecciones religiosas o espirituales, se enfrenta a obstáculos metafísicos y epistemológicos, como veremos.
Continuidad del cerebro
Una anciana tibetana sosteniendo una rueda de oración demuestra la teoría de la continuidad. A pesar de su edad, los adultos mayores suelen mantener las mismas tradiciones y creencias.La teoría de la continuidad del envejecimiento normal afirma que los adultos mayores suelen mantener las mismas actividades, comportamientos y relaciones que en sus primeros años de vida[1]. Según esta teoría, los adultos mayores intentan mantener esta continuidad de estilo de vida adaptando estrategias relacionadas con sus experiencias pasadas[2].
La teoría de la continuidad es una de las tres principales teorías psicosociales que describen cómo se desarrollan las personas en la vejez[3] Las otras dos teorías psicosociales son la teoría de la desvinculación, con la que la teoría de la continuidad entra en conflicto, y la teoría de la actividad, que la teoría de la continuidad modifica y desarrolla. A diferencia de las otras dos teorías, la teoría de la continuidad utiliza una perspectiva vital para definir el envejecimiento normal.
La teoría de la continuidad se originó en la observación de que una gran proporción de adultos mayores muestran consistencia en sus actividades, personalidades y relaciones a pesar de su cambiante estado físico, mental y social[4] En 1968, George L. Maddox ofreció una descripción empírica de la teoría en un capítulo del libro Middle Age and Aging: A Reader in Social Psychology titulado "Persistence of life style among the elderly: Un estudio longitudinal de los patrones de actividad social en relación con la satisfacción vital". La teoría de la continuidad fue propuesta anteriormente en 1971 por Robert Atchley en su artículo "Retirement and Leisure Participation: Continuity or Crisis?" en la revista The Gerontologist[5]. Posteriormente, en 1989, publicó otro artículo titulado "A Continuity Theory of Normal Aging, en The Gerontologist en el que desarrolló sustancialmente la teoría. En este artículo, amplió la teoría de la continuidad para explicar el desarrollo de estructuras internas y externas de continuidad. En 1999, Robert Atchley siguió reforzando su teoría en su libro Continuity and Adaptation in Aging: Creación de experiencias positivas[4].
Filosofía de la teoría de la continuidad física
El concepto de identidad personal no es, en efecto, una cuestión filosófica nueva, sino más bien una cuestión antigua que sigue siendo pertinente hoy en día. Es esta cuestión filosófica la que constituye el núcleo de la película de 1997, Face/Off. La película aborda las teorías de la continuidad física y psicológica, favoreciendo esta última como criterio de identidad a lo largo del tiempo, según el cual una persona en el momento t1 es la misma persona en el momento t2 (Litch, 2002; Schechtman, 1990).
La credibilidad de la identidad de los personajes y, circunstancialmente, de la trama de la película se basa en la frecuencia de la continuidad física como medio para determinar la identidad personal. El protagonista de la película, Sean Archer (John Travolta) es un agente de policía cuyo hijo fue asesinado por un infame criminal, Castor Troy (Nicholas Cage). Una misión encubierta hace que los personajes se sometan a un procedimiento médico extremo para transformarse físicamente el uno en el otro. Tras la transformación, los personajes viven la vida del otro, Sean encarcelado y Castor cenando a la luz de las velas con la madre del niño al que mató. Según Litch (2002), la teoría de la continuidad física es más evidente en la vida cotidiana, ya que la gente identifica a una persona en un momento dado como la misma persona en otro momento basándose en la posesión de características físicas similares. La mujer de Sean, Eve (Joan Allen), acepta a Caster como su marido porque físicamente parece el mismo hombre que salió de casa el día anterior. Eve, al igual que la mayoría de los personajes durante la mayor parte de la película, aplica la continuidad física como criterio de identidad. A pesar de los cambios significativos en el comportamiento, las actitudes y los valores de su marido, lo acepta como la misma persona debido a su aspecto físico.